El estilo ibicenco siempre es tendencia

El estilo ibicenco es un estilo estético que se puso de moda en los años 70 del pasado siglo y, que con su filosofía de frescura y comodidad a través de los elementos decorativos que emplea, sigue vigente. La herencia decorativa de las antiguas casas de la isla ha perpetuado, por ejemplo, el encalado que antes se empleaba en tantos pueblos del Mediterráneo para protegerlas del clima. Ahora, el exterior intencionadamente blanco penetra en todas las estancias de las casas ibicencas, dotándolas de luminosidad y armonía.

El estilo ibicenco evoca las técnicas artesanales de construcción, como los acabados toscos y las paredes curvas, así como materiales naturales con el mínimo tratamiento para ofrecerte su aspecto más rústico. Las fibras como el algodón, el lino o el yute encuentran su máxima expresión en estos ambientes, en los que vidrios y cerámicas aportan su toque de color con azules y verdes que hacen referencia al mar y al cielo y que entran en estas casas sin alterar su espíritu bohemio y lleno de paz.

A través de un estilo austero se alcanza la máxima sencillez y elegancia sin alardes ni ostentaciones innecesarias. Al mismo tiempo, se crean ambientes acogedores que eligen el blanco como base y toques de otros colores luminosos acompañados de velas, tejidos y mimbres para ganar en minimalismo.

Decorar bajo las premisas de la tendencia ibicenca es una agradable forma de alcanzar equilibrio decorativo además de obtener una estética acorde con uno mismo. Permite todas las variables de cada cual por su espíritu ecléctico tomando como base la neutralidad del blanco en paredes y tejidos. Este estilo, junto al mediterráneo, son las referencias de nuestro proyecto en la Costa Brava.

El estilo ibicenco aprovecha los huecos naturales de la piedra para crear muebles, asientos o estructuras y bóvedas. Se obtiene así un estilo elegante y minimalista que conserva el espíritu cálido de una casa antigua con la luz envolvente del mediterráneo y la necesaria frescura en los espacios, a través de complementos y textiles.

El respeto por las construcciones del pasado otorga un encanto especial a estas casas, que admiten rincones muy personales integrados en un todo respetuoso con el entorno. Por ello, se emplean baldosas de barro cocido, así como cemento bruñido para unificar los suelos, y en el exterior parrillas de caña para los porches y divisiones espaciales, además de otros materiales autóctonos. Los ambientes inspirados en la isla admiten recursos personales como alguna antigüedad o recuerdos de familia, que le otorgan un estilo ibicenco único.

Para crear un aire aun más mediterráneo, el blanco y el color en detalles como azulejos o baldosas se suman a la madera y al mimbre para acompañar a símbolos hippies, que nos trasladan a un ambiente sosegado y luminoso. Puertas, ventanas o vigas son los revestimientos que se suelen pintar de azul, color que aporta frescura y combina con la neutralidad y sencillez del blanco.

Como ya os hemos señalado, el concepto decorativo de los interiores ibicencos destaca por un marcado carácter funcional y acogedor basado en materiales autóctonos. Lejos de artificios o grandes contrastes, se imponen ambientes que engloban todas las zonas comunes con una sencillez muy natural.

Muebles envejecidos y encalados, velas, arpilleras y tejidos nobles confieren ese impacto visual único que se siente en la isla blanca por excelencia y que arropa, proporcionando comodidad y relajación.